viernes, 30 de julio de 2010

CRISTALES EN EL TROPICO




La globalización, la influencia de la televisión y los medios no han dejado de impulsar cambios en la arquitectura. Notamos como nuestras ciudades cambian sus caras con un estilo nuevo: internacional, limpio, la mayoría de las veces bien usado, pero en otras ocasiones creando un problema más que una solución.

Uno de los ejemplos de este fenómeno es el auge en el uso del cristal. El cristal es muy usado en países cercanos a los polos porque gozan de temporadas más largas de frío que de calor buscan atrapar tantos rayos del sol como les sea posible.

Esta realidad es totalmente contraria en el trópico, aquí son las sombras las que buscamos desesperadamente. Podemos damos cuenta que cada vez que nos sentimos cómodos es porque a pesar de amar el sol, y de que este represente nuestra alegría y forma de vida caribeña en realidad no queremos estar expuestos a el todo el tiempo y el cristal deja entrar al sol sin pedir permiso. Por supuesto que en los casos estudiados el problema se puede aminorar usando los cristales con proteccion solar, pero aun así tenemos otras desventajas como: no tener las brisas que permitían los ventanales tradiciones, las celosias que permiten el doble del aire.

Otros aspectos en los que el cristal choca con nuestra cultura es con respecto a la privacidad, aunque muy abiertos y simpáticos los hogares caribeños deben tener sus grados de privacidad que los nuevos proyectistas a veces ignoran. y por último el mantenimiento, es otro asunto que aunque para unos es insignificante nos tomará un tiempo acostumbrarnos a mantener estas cortinas que nada discretas necesitan mantenerse en total transparencia.

Debemos agradecer la entrada de estos materiales a nuestra arquitectura pues la enriquecen , pero ojo con usarlos de la manera equivocada, siempre deben ser adaptados a nuestro clima, al tipo de proyecto, al cliente, y al ambiente.

Procuremos estudiar cada aspecto de nuestras edificaciones para que ellas no nos controlen haciéndonos prisioneros de malas desiciones.